viernes, 5 de junio de 2015

El duelo del hijo perdido



Prácticamente habíamos perdido un bebe y nos dieron otro, con otras necesidades, con nuevos sueños. 
Recuerdo que mi mamá (quien llegó justo ese día desde Torreón para conocer a su nieto y ayudarnos unas semanas en esta nueva travesía) se quedo conmigo en el hospital; Javier y yo habíamos pasado un fin de semana tan cansado, que necesitábamos que al menos el descansara un poco. Debo expresar que ambos necesitábamos un minuto de soledad y pensar en todo lo que estaba pasando. 
Al día siguiente llego entusiasmado con artículos, vídeos y mucha información que nos iba a ser útil para esta nueva vida. Yo no quería saber nada, aún estaba pesando en todo lo que según yo "había perdido" ... No podrá ser papá, no podrá vivir solo, no podrá tener una carrera, no estará sano, será DISCRIMINADO.  No puedo decirles todas las cosas que pensé, obviamente conforme pasan los días y conozco a otras familias me doy cuenta de lo poco que conocemos de la discapacidad. 

[Pablo Pineda, un joven con síndrome de down, quien terminó una carrera universitaria, es ahora mi gran ejemplo de inclusión y de que se puede lograr en la vida lo que se desee. 
http://es.m.wikipedia.org/wiki/Pablo_Pineda estaría genial que pudieras leer un poco de lo que ha hecho este joven.]

Desde ese momento, he aprendido a llorar un solo día; Constantemente la gente dice, no llores, ánimo, él te necesita, pero ¿y yo? Me debía permitir llorar y sacar todo lo que  mi corazón estaba sintiendo. Así que mi filosofía es un día, mañana, todo pasará. 

Y así fué. 

Me levanté, desayuné, me bañé, me planche el cabello, me maquille. 

Y ahora a conocerlo de nuevo, cargarlo, besarlo, y crear nuevos sueños junto a el y junto a su papá ( no lo hubiera logrado sin ti ). 

He escuchado miles de veces comentarios de ... Admiro tu fortaleza, eres una guerrera, etc.  y agradezco a todos por esos ánimos, pero la realidad es que no hay otra forma en la que pueda ver la vida que como la veo hoy, para mi es un hijo, como el tuyo, como el del vecino, solo que con un cromosoma de más, el cromosoma del amor. 


    Fotografía Javier Salcido. 

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